Tras caminar en el parque Yuyuan y ver algunas caligrafias que se vendían en sus pabellones (donde por fin encontré un ejemplo de la escritura pájaro, un raro ejemplo de caligrafía china), anduve vagando un rato en las calles del bazar estilo Ming. Fue así como llegué a una tienda de libros viejos. Tuve oportunidad de ver con calma algunos de los libros, mientras el paciente librero me explicaba lentamente para entender su mandarín con el que me daba razón de los contenidos. En algunos momentos, yo elegía algunas frases para que corrigiera mi pronunciación o la lectura de algun Hanzi particularmente difícil. Fue así como dí con el libro llamado 古文小品 gǔwén xiǎopǐn u Obras Breves en Chino Clásico. Le pedí un descuento al librero, aunque muy seriamente me recordó que su tienda no como las otras de esa calle, recuerdos y made in china, accedio a un descuento del 5%, debido a mi pasión por su lengua.
De este libro del año 37 de la República china, va un extracto del 幽梦影 yōu mèng yǐng, esta obra me tiene particularmente hechizado... subiré al blog una selección de sus acertadas piezas.
雨 之 为 物 , 能 令 昼 短 ; 能 令 夜 长
yǔ zhī wéi wù, néng lìng zhòu duǎn; néng lìng yè cháng.
La lluvia, esa cosa que puede acortar los dias y alargar las noches.
yǔ zhī wéi wù, néng lìng zhòu duǎn; néng lìng yè cháng.
La lluvia, esa cosa que puede acortar los dias y alargar las noches.
Así fue mi última madrugada... una llovizna fina hizo que mi caminata por sus calles fuera tan larga que en ocasiones pensé que ya iba tarde a tomar el avión. Fue entonces, cuando bajo esa llovizna, regresé al barrio del parque Yuyuan, pero en esta ocasión desde el sur y no desde el norte. Las calles eran oscuras y las luces de neón con las que se asocia a Shanghai eran sustituidas por los focos de las habitaciones donde se iban levantando los trabajadores para iniciar su jornada entre el lodo o la basura. Tan sólo me iluminaban los focos de los locales que ya preparaban los 包子 baozi para los trabajadores que salían apurados. No había diferencia con las garnachas mañaneras y los tamales en el centro histórico. Pese a la basura en los rincones y los distantes rascacielos que se erguían en el fondo de la calle, las casas tenían una belleza que ni las sombras ni las paredes mal arregladas podían quitarles. Tan rápido regresé a alguna vecindad de la roma... hasta las consignas comunistas colgadas en las rejas me recordaban las consignas de algun edificio derruido ocupado por las familias oaxaqueñas. Tan lejos, tan cerca y bajo la misma lluvia.
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