神保町
Jinbocho te amo. Aunque Donceles me crió y luego lo engañe con las librerías en Alvaro Obregon en la Colonia Roma, caí irremediablemente ante tus pilas de libros, tus letras incomprensibles, tus libros de 100 yenes, tus ukiyo-e de 1 millon de yenes, el manuscrito de Terayama colgando la pared de alguna libreria.
A veces me pienso como un quijote asiático. Envenenado por libros de eras perdidas que ya no importan más. Qué pena de mí.
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